martes, 22 de septiembre de 2009

pasados míticos

Recuerdo que mi primera clase de guión la impartió un chico argentino de nombre Walter que hizo alusión en su exposición al duelo que existe a veces entre los hombres cuando parecen luchar por una hembra. Lo que tenía muy claro el mister es que el objeto del litigio, es decir la hembra, no es más que un mero trofeo, que la auténtica pugna se establece entre los dos contendientes machos (a veces, más de dos… jajaja) para ver cuál de ellos es más hombre y se lleva el gato al agua. Acabó el profe concluyendo que ahí mismo existía un conflicto no reconocido al que se le podría llamar homosexualidad latente o inconciente. Yo no estaba muy de acuerdo.

Si dejo esto así y aunque establezca una base para un estudio, nos podríamos dar por satisfechos. Lo dejo así?

No, me dan pena aquellos, que al reconocerse en ese tipo de pugnas, pudieran creer con razón o sin ella, que son más homo que hetero y no quisiera causarles ningún trauma. Pero es lo que se ve a primera vista.

Es cierto que existe esta pugna entre dos varones (la hembra, ya lo hemos dicho, es lo de menos). Es cierto que esta especie de competición tiene reminiscencias homosexuales* pero en el fondo tiene un pasado mítico más profundo.

Y como de egos hablamos, no dejo de recordar que si un hombre te elije a ti, o una mujer te elije a ti entre las muchas posibilidades que tiene, tal vez agradecido y halagado acabes por confundirlo todo con el amor (otra vez!) y amor en cierto modo habrás de sentir porque satisface tu ego y eso en algunos es lo único que piden a gritos.

Pero el pasado mítico subyace y ése se remonta al primer triángulo de nuestras vidas. Ya saben cuál es, no? No es una tragedia, es una realidad sicológica que es, a su vez, uno de los pilares de la personalidad. No tengamos miedo pues de recordar … si ansíábamos “vencer” a nuestro padre para “quedarnos” con mamá. Porque antes de cortar el hilo edípico, todos sin excepción nos queremos quedar con mamá, pues sólo faltaría! Que madre no hay más que una y en esa pugna, (que el niño ha de perder si quiere convertirse en hombre) necesita de la participación de su “rival” y ahí podría haber empezado el drama, que el padre no haya sido reconocido en la mente del niño como un modelo digno de ser seguido, imitado. Y crea, por miles de razones que siempre va a ser el ganador (lo que le lleva a hacer perdurar su complejo edípico indefinidamente). Al no servirle el ejemplo de padre que el destino le ha dado, el ego masculino que tiene reminiscencias del padre así como la feminidad de la mujer la tiene de la madre puede flaquear y al descubrir esas flaquezas, el niño, ya hecho hombre, no dejará de meterse en eternos triángulos amorosos en su vida adulta o liarse a puñetazos con otros para hacerse con el trofeo. Porque aprendió mal la lección, ni más ni menos o no se la enseñaron bien. Y aunque duela, perder la batalla edípica es un logro hacia la madurez, y en el drama existen dos contendientes, ya lo hemos dicho antes, a ver quién es más hombre, sicológicamente hablando claro. Esa es la misión de un padre. Ayudar a su hijo a cortar el lazo con mamá (y que mamá lo deje, claro, aunque eso es otra historia, las madres voraces y castradoras en otro capítulo) y empezar amorosamente a construir el ego de su hijo, la individualización, la confianza en su propia identidad.

Lo lógico en un ego bien constituido sería olvidar la batalla (porque la tiene superada). Así sin más. Que escoja la hembra y si no te escoge a ti, te jodes y le das la mano a la nueva pareja pero si te empeñas en pelear es que seguro que compulsivamente estás “peleando” con otro rival, inconcientemente eso sí, otro rival de otro tiempo, de tu propio pasado mítico. No estás de acuerdo?

Asi se cumple el mandamiento, honrarás a tu padre y a tu madre, si has de ser un hombre, si has de ser una mujer, adulta, equilibrada … (amarlos y ver en ellos un ejemplo a seguir, cualquiera que haya podido ser, pese a todos los pesares, acuérdate, está en juego tu integridad como individuo).

*las reminiscencias homo aunque formen parte del mismo capítulo son algo más complejas, más tortuosas.


Tuliette, a quien le fascinan los pasados míticos como bien habrán podido darse cuenta algunos


viernes, 28 de agosto de 2009

papel en blanco

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Papel en blanco? A quién se le ocurre? Vaya tontería! Escribir sobre el papel en blanco, sin tener previamente una idea clara de lo que uno quiere escribir, algo definido en la mente, algo real. Lo digo por muchos claro, ya no lo digo por mí. Hace tiempo que descubrí que no sirve de nada, que es el peor de los errores a la hora de ponerse a escribir.

Y hoy quería hablar de emociones, si ya sé, para variar, jajajaj. Mejor dicho del discurrir de las emociones. Que deberían discurrir sin problemas, digo, sin cortapisas o cortafuegos como las ideas, sí, allá donde sea que nos lleven, sobre una página en blanco de nuestra vida restituyéndole a la propia vida su dimensión humana que no es poco y que discurran las emociones libremente, abiertamente, limpiamente en ocasiones pero nunca mutiladas y convirtiendo nuestra vida en algo válido y no en el esperpento en el que a veces se convierten algunas vidas precisamente por renunciar a ellas.

Pero he de madurar mis ideas y como le he dado algo a los vermúts hoy lo dejaré para mañana antes de querer escribir en un papel en blanco.

Tuliette

jueves, 20 de agosto de 2009

teach your children well

Cuando pienso en esos niños que se llevan a la guerra, me viene a la cabeza la imagen de esos hombres que se quedan mirando por las ventanas viendo cómo matan a las mujeres. Triste pero verdad. Un hombre ha de vestirse por los pies y hacerse cargo del trabajo sucio y sobre todo proteger a sus mujeres. Si una sociedad está caduca lo veremos por estos signos irrefutables. Y si está caduca, qué me hablen de altos ideales, qué me hablen de todas las chorradas que no me creeré nada, les escupiré a la cara, que no me tomen por tonta al menos. Si no hay honor ni dignidad, no hay nada. Hablaremos de presuntas civilizaciones y culturas primitivas o menos desarrolladas que la nuestra. Y al comparar sus valores con los nuestros lo mínimo que podríamos hacer es enrojecer de vergüenza porque aunque llevan, desgraciadamente, a veces los niños a la guerra, los hombres no se quedan en las ventanas mirando cómo matan a las mujeres. Así que cada vez que te cruzas con un magrebí, un africano, un pakistaní, un chino, un boliviano, verás en ellos aparte de mucho dolor y frustración, de muchas cargas llevadas sobre los hombros, verás en ellos la dignidad, el honor, la decencia que a ti te falta, los valores a los que tú pareces haber renunciado, verás a un hombre de verdad, que se viste por los pies, humilde y que alaba a Dios. Al dios del que tú has renegado cambiándolo por otros dioses, por el dios moderno de la modernidad. Y te preguntas aún en qué consiste ser hombre? Deja de hacerte el mártir y empieza la labor de tu vida al dejar de mirar por las ventanas y protege a tus mujeres, no las arrastres a las mil perdiciones, a las mil perturbaciones, enseña bien a tus hijos, con el ejemplo eso sí, el tuyo si aún eres capaz, que de eunucos está la tierra poblada.
Tuliette

miércoles, 19 de agosto de 2009

como el buen puchero

Ya sé que mi actitud para con las cosas del mundo podrían hacer suponer que deseo cambiar el mundo y sus gentes, al menos cambiarlo en parte, como si tuviera aún ese esplendoroso candor de la adolescencia al que me es dificil, aun a mi edad, renunciar del todo. Idealismo a ultranza? Si, no … mejor si que no pero tiñámoslo de algún color añadido. Por ejemplo de tomarse las cosas muy en serio, es decir no perder el recuerdo de las cosas por las que luchaste en tu juventud, te acuerdas? Y cuando estés en alguna posición de poder , aplícate en llevarlas a la práctica. Se vive de fábulas, de hermosas y ejemplarizantes fábulas como las películas de Frank Capra o Berlanga, maravillosas, eternas, inolvidables, difíciles de traer a la realidad pero no imposibles. Ya sé que ha sido políticamente incorrecto en su momento y ahora no lo es emplear a alguien que forma parte de algún colectivo vulnerable como prejubilados, mujeres al borde de la crisis de nervios, expresidiarios, exdrogadictos, exprostitutas, exmendigos, exalcohólicos, personas con discapacidad física o síquica, personas seropositivas, madres de familia con cargas familiares, madres divorciadas, madres solteras, mujeres menopáusicas o premenopáusicas, analfabetos varios, emigrantes, jóvenes con pendientes en la nariz o en las orejas, con tatuajes, homosexuales, radicales de izquierdas, ultras de todas clases, etc. (me he dejado a alguien?) y ya es normal todo eso y si lo que antes era una moda ahora es una realidad de integración es porque hay que dejar que las ideas de reinvindicación que animan el espíritu de la juventud reinvindicadora y de otros no tan jóvenes se alcen clamando por las calles o los diarios y se asienten luego poco a poco. Aunque pasen años. Pues como parece ser una dinámica, dejémosla hacerse a fuego lento como el buen puchero y si ahora el problema es la vivienda y el trabajo, pos ala, otra vez a la calle, como cuando teníamos 15 años y que la cosa dure porque nos lo pasábamos muy bien, no como los tontainas de nuestros hijos que se fuman dos petardos y se ponen morados de cerveza y se olvidan hasta de cómo se llaman. Pero si no sales a la calle, tampoco pasa nada. Con discutir y cuestionar ciertas cosas y que te oigan en casa, en el trabajo ya sería suficiente y sería además tu valiosa aportación a la causa del progreso, tengas la edad que tengas y así, poco a poco, un poco todos, hagamos que el puchero vaya cociéndose a fuego lento, que a la mesa ya nos sentaremos.

Tuliette