miércoles, 19 de agosto de 2009

como el buen puchero

Ya sé que mi actitud para con las cosas del mundo podrían hacer suponer que deseo cambiar el mundo y sus gentes, al menos cambiarlo en parte, como si tuviera aún ese esplendoroso candor de la adolescencia al que me es dificil, aun a mi edad, renunciar del todo. Idealismo a ultranza? Si, no … mejor si que no pero tiñámoslo de algún color añadido. Por ejemplo de tomarse las cosas muy en serio, es decir no perder el recuerdo de las cosas por las que luchaste en tu juventud, te acuerdas? Y cuando estés en alguna posición de poder , aplícate en llevarlas a la práctica. Se vive de fábulas, de hermosas y ejemplarizantes fábulas como las películas de Frank Capra o Berlanga, maravillosas, eternas, inolvidables, difíciles de traer a la realidad pero no imposibles. Ya sé que ha sido políticamente incorrecto en su momento y ahora no lo es emplear a alguien que forma parte de algún colectivo vulnerable como prejubilados, mujeres al borde de la crisis de nervios, expresidiarios, exdrogadictos, exprostitutas, exmendigos, exalcohólicos, personas con discapacidad física o síquica, personas seropositivas, madres de familia con cargas familiares, madres divorciadas, madres solteras, mujeres menopáusicas o premenopáusicas, analfabetos varios, emigrantes, jóvenes con pendientes en la nariz o en las orejas, con tatuajes, homosexuales, radicales de izquierdas, ultras de todas clases, etc. (me he dejado a alguien?) y ya es normal todo eso y si lo que antes era una moda ahora es una realidad de integración es porque hay que dejar que las ideas de reinvindicación que animan el espíritu de la juventud reinvindicadora y de otros no tan jóvenes se alcen clamando por las calles o los diarios y se asienten luego poco a poco. Aunque pasen años. Pues como parece ser una dinámica, dejémosla hacerse a fuego lento como el buen puchero y si ahora el problema es la vivienda y el trabajo, pos ala, otra vez a la calle, como cuando teníamos 15 años y que la cosa dure porque nos lo pasábamos muy bien, no como los tontainas de nuestros hijos que se fuman dos petardos y se ponen morados de cerveza y se olvidan hasta de cómo se llaman. Pero si no sales a la calle, tampoco pasa nada. Con discutir y cuestionar ciertas cosas y que te oigan en casa, en el trabajo ya sería suficiente y sería además tu valiosa aportación a la causa del progreso, tengas la edad que tengas y así, poco a poco, un poco todos, hagamos que el puchero vaya cociéndose a fuego lento, que a la mesa ya nos sentaremos.

Tuliette

1 comentario:

  1. Si me puediera encuadrar dentro de uno de estos colectivos sería el de las mujeres al borde de un ataque de nervios.
    Recomiendo la lectura de la psicoanalista Emilce Bleichmar: " EL feminismo espontáneo de la histeria". Bueno, he bebido dos copitas de vino y me dispongo a dormir un par de horas de siesta. Espero no tener pesadillas.
    Petonets!

    ResponderEliminar